SECRETOS del COCKTAIL PIANO

Por Guillermo Mazzarello

¡Cómo Tocar en el BAR e Impresionarlos a Todos! 

Bienvenidos, pianófilos. En este artículo hablaremos sobre el «piano de cóctel» o, como prefiero llamarlo, «piano de salón» o «piano de restaurante». Es una actividad fascinante: el pianista que toca mientras el público disfruta de su comida o charla. Muchos piensan que este tipo de música, al estar de fondo, es poco importante, pero en realidad es un oficio artístico que enriquece la experiencia de los presentes.

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Hay muchos estereotipos sobre el pianista de cóctel, como si siempre tocara con exagerado rubato o abundantes arpegios. Claro, existen quienes trabajan bajo ese esquema y puede funcionar bien. Sin embargo, no es la única manera, ni la mejor. La esencia de este tipo de música no se trata de robar la atención, sino de crear un ambiente especial, una atmósfera que eleva el momento.

A diferencia de un concierto donde el artista es el centro, en un entorno de cóctel el pianista aporta calidad musical sin necesidad de protagonismo. Esto no significa que su interpretación no sea significativa o que no pueda ser profunda. Incluso cuando la gente no llega específicamente a escuchar al pianista, puede haber una conexión sutil que enriquece la experiencia de estar ahí.

Yo diría que el buen pianista de cóctel interpreta «sin ego». Su propósito no es destacar, sino compartir la música de una forma que acompaña y mejora el ambiente sin eclipsarlo. Al mismo tiempo, este músico comunica algo real y humano: está ahí en vivo, transmitiendo sensaciones. Es una interpretación que permite que la música fluya y que cada uno disfrute según su propio ritmo y disposición.

He tenido la oportunidad de hacer conciertos de piano en los que combino aspectos de estos dos mundos: mantengo la cercanía con el público, interpreto y comento las piezas, bromeo e improviso según el momento. Estos shows han sido una forma de recuperar la espontaneidad del piano de salón pero en un formato donde la gente viene a escucharme, logrando esa interacción en la que el público se siente parte de la música y su interpretación.

El piano de cóctel es un arte en sí mismo, y aunque su rol no sea el de estar en primer plano, su impacto en la atmósfera y en quienes están presentes puede ser igual de importante.

A lo largo de mi experiencia, he aprendido a manejar la relación con el público desde una postura relajada y natural. Antes, al tocar en un lugar donde la gente estaba conversando o disfrutando de su comida, me generaba cierta incomodidad interrumpir su momento. Sin embargo, con el tiempo perdí el miedo y empecé a presentarme de una forma cercana: «Hola, soy Guillermo Mazarello. Voy a tocar un poco para ustedes. Pueden continuar su conversación, lo tomaré como música de fondo». De esta manera, les quito la presión de aplaudirme y se sienten más cómodos, entendiendo que no estoy buscando protagonismo.

Es común en el mundo de la música ver cómo algunos artistas generan compromisos incómodos en el público, como cuando alguien canta una canción bailable e intenta animar a todos a levantarse. Esto puede resultar forzado, y si el público no responde, parece un fracaso a ojos de los dueños del lugar. Pero yo prefiero que cada quien actúe libremente, sin obligarlos a nada. Mi enfoque es hacer música de fondo, de manera relajada, permitiendo que aquellos que quieran disfrutar de la interpretación lo hagan a su propio ritmo.

Por otro lado, he notado un estereotipo en los pianistas de hotel, que tienden a no terminar las canciones para evitar el aplauso. Aunque esto mantiene la continuidad, aprendí de un colega que finalizar los temas de manera pausada y estructurada tiene un efecto positivo. No se trata de buscar un aplauso constante, pero una pausa breve entre temas y un cambio de tempo aportan frescura al ambiente y hacen que el repertorio sea más agradable. De esta forma, la interpretación adquiere una direccionalidad, sin resultar monótona.

Además, el uso del rubato es otro recurso valioso, pero hay que manejarlo con cuidado. Si bien aporta una sensación de tensión y permite llamar la atención, abusar de él puede romper el ambiente relajado que intento crear. Por eso, suelo reservarlo para ciertos momentos, cuando quiero lograr un efecto más introspectivo y capturar la atención del oyente sin que se sienta forzado a prestarme atención.

Finalmente, creo que este tipo de trabajo es completamente artístico. A pesar de lo que muchos piensan, no es solo un oficio mecánico, como mover los dedos y ganar algo de dinero. Incluso algunos grandes músicos han pasado por experiencias similares. Uno puede desplegar su intención artística, transmitiendo su identidad y estilo a través de cada nota, aunque la música esté destinada a acompañar una conversación o a ser disfrutada de fondo.

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